06 de Septiembre del 2019 | Profesorados

25 años de enseñanza de las Ciencias Sagradas

Momentos e historias     

A finales del año 1993, en el ISARMseinforma que al año siguiente cerrarían la carrera del Profesorado de Filosofía, Ciencia de la Educación y Pastoral Juvenil, por cambio de Plan quedando solo Filosofía y Ciencia de la Educación; por ello, se abriría el Profesorado de Ciencias Religiosas. Es así, que dicha información entusiasma a un grupo de interesados que se inscriben para iniciar el cursado de la entonces nueva carrera.

La Coordinación de la novel carrera estuvo a cargo del siempre recordado y querido Presbítero Horacio Fortunato Centurión.

El Plan de estudio contaba con una duración de tres años de estudios; para el final de la primera cohorte llegaron tres alumnos, de los cuales se recibieron dos.

Con el paso del tiempo, la carrera sufre un cambio de Plan de estudio, convirtiéndose, así, en el Profesorado en Ciencias Sagradas, con una duración de 4 años de cursado.

En los comienzos de este profesorado se destacó la dedicación y el compromiso de varios profesores que hicieron posible que esta carrera hoy cumpla un cuarto de siglo. Entre ellos, se pueden citar al ya mencionado Presbítero Horacio F. Centuriónpor sus profundas reflexiones y sabios consejos, desde los espacios de Misterio de Dios y Moral; al Profesor Jorge Cornejo, por su didáctica y pedagogía, por su claridad en las explicaciones, especialmente en los espacios de Evangelios y Cartas; a la Profesora Cristina Moreira por su amabilidad y claridad de conceptos, en el Espacio curricular de Psicología Religiosa; a la Profesora María Teresa Murciego, con sus reflexiones profundas y aterrizadas, en diversos espacios de formación. Otro docente, de los orígenes de Ciencias Sagradas fue el Presbítero Eduardo Soldyga, un gran pedagogo, hacía que todo fuera simple, encarnado y vivencial. Se desempeñó en espacios como Teología de la Vida Espiritual, Misterio de la Iglesia y Teología Fundamental. Sus dichos permanecen presentes en sus alumnos, como norma de vida: “Ser buen cristiano es sencillo, solo tienes que pensar bien, decir (hablar) bien y obrar bien”. Otros tantos profesionales, que por no nombrarlos no son menos importantes, han sabido dejar su impronta en la formación de los primeros egresados.

Las Ciencias Sagradas han sido y son una muy buena opción formativa porque ayuda a madurar, a conocer, a fundamentar, para dar razón de la fe, cómo sostenerse firme en una opción fundamental por Cristo, el Maestro, y a su Iglesia.

Una carrera con servicio

Desde el 2004 este profesorado lleva adelante un Proyecto Institucional de Misión con el alumnado, que consiste en un servicio desde la carrera hacia la sociedad y a la misma Iglesia. Además de un servicio, es un campo amplio de experiencia, de desarrollo personal, confraternización entre alumnos, espacio de fortalecimiento de vínculos entre pares y con los vecinos donde se misiona. A los educandos favorece para adquirir soltura en el desenvolvimiento, para desinhibirse, perder la vergüenza para hablar en público, les da seguridad para compartir los conocimientos adquiridos en las instancias sucesivas de formación.

Son experiencias que los alumnos jamás olvidan de lo vivenciado en la Misión, durante su instancia formativa. La misma, generalmente, se realiza en la segunda quincena del mes de octubre de cada año, de lunes a sábado, rotando de comunidad cada dos años.

La primera experiencia, se llevó a cabo en la comunidad de “Nuestra Señora del Rosario”, del municipio de Florentino Ameguino y perteneciente a la Parroquia Ascensión del Señor, de Panambí, actual diócesis de Oberá. Desde entonces ya suman quince años de servicio y experiencia misionera. En el presente año se irá por segunda vez al Municipio de Arroyo del Medio, comunidad de San Pedro y San Pablo, perteneciente a la Parroquia de Cerro Azul.

Ser Profesor en Ciencias Sagradas

A los jóvenes comprometidos con Cristo y su Iglesia, se los anima a optar por la propuesta de formación docente en Ciencias Sagradas, que además de las exigencias propias del estudio, genera un ámbito, un clima de cercanía, amistad, familiaridad con sus pares y docentes, vivencia profunda de la fe, generando espacios de reflexión, retiros, convivencias, celebraciones litúrgicas, acercamiento al servicio Pastoral del Instituto Montoya y Misión anual ya mencionada, donde se conjugan todos los conceptos antes vertidos.

Súmense a esta apasionante carrera, no se van arrepentir. Tómenlo como una invitación del Señor, que dice: queridos jóvenes, “¿No pensaron que los necesito para que sean instrumentos míos siendo educadores en la fe?”, “He aquí que llamo, que me acompañes en esa hermosa tarea de Educar, como discípulo y Misionero del Señor”. Digan: “Amén”.

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