07 de Abril del 2017 | Rectorado
Bajo el lema "Que todos sean uno Padre, para que el mundo crea que tú me enviaste" (Juan 17, 21)
El pasado viernes 31 de marzo se llevó a cabo el VI Retiro de Equipos de Conducción de Instituciones Educativas Católicas de la Diócesis de Posadas junto a nuestro Obispo, Monseñor Juan Rubén Martínez, en el Centro de Espiritualidad Diocesano “Nuestra Señora de Loreto”. El mismo es organizado por la Junta de Educación Católica y la Secretaría Episcopal para la Educación Católica de la Diócesis.
El lema convocante de este año fue "Que todos sean uno Padre, para que el mundo crea que tú me enviaste". (Juan 17, 21).
En un día que se presentó verdaderamente radiante, integrantes del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya participaron junto a colegas de otros institutos educativos de la Diócesis. Se congregaron con alegría y en oración.
Se inició con la celebración de la Santa Misa que fue presidida por Monseñor Martínez y concelebrada por el Presbítero Alejandro Ferreyra, párroco de la Vicaría de Loreto y de Santa Ana.
En la homilía el Obispo Juan expresó la alegría de poder estar celebrando junto al Señor y a nuestra Madre de Loreto, en un día en el que nos permitió retirarnos de las actividades cotidianas para encontrarnos con Jesús y entre nosotros. “(…) apartarnos un poquito de tantas urgencias, sobre todo en el inicio del año que hay que poner en marcha la máquina de nuestras propias instituciones y con todos los contextos a veces difíciles (…) es como que nos subimos a la montaña, como Jesús, a orar. Tratando de considerar que esto es lo importante, lo otro también es importante, pero lo urgente a veces va como apagando lo que es más importante y central en nuestro corazón. Por eso en esta mañana queremos darnos este espacio para poder encontrarnos más con Él, con Jesucristo, con el Señor. Este es el sentido de este encuentro, de este momento que compartimos y qué lindo que es empezarlo con la Eucaristía (…).”
También expresó, para reflexionar a la luz del Evangelio proclamado y en el Tiempo de Cuaresma que estamos viviendo, que: “(…) nosotros tenemos que preguntarnos, cada uno, vos, yo, estamos bautizados, formamos parte de la Iglesia, nos decimos cristianos, pero la pregunta para hacernos en esta mañana, es ¿realmente creemos en Cristo?(…) Nos decimos cristianos, pero sin embargo ¿queremos seguirlo? ¿Queremos abrir nuestro corazón con humildad o ponemos peros? ‘Sí, pero yo estoy con esto, sí pero sigo en lo mío’. Sigo en lo mío con mi criterio, a mí manera y con lo que yo quiera, pero tu Palabra parecería que no penetra en mi corazón, ni la internalizo, ni me cambia y todos tenemos que cambiar cosas si queremos ser cristianos, porque donde no está el amor que respeta la dignidad del otro, que ama bien, que se preocupa bien por los demás, donde está el rencor, el odio, la envidia, tantas de estas cosas que a veces van ganando nuestro corazón, son los peros que ponemos para poder vivir siguiéndolo a Jesús y con un estilo de vida que sea realmente cristiano. Creo que en nuestra época estamos muy necesitados de Él, del Señor. Ojalá que nosotros en esta Cuaresma, en esta preparación para la Semana Santa donde vamos a vivir el Misterio Pascual, podamos entender esto, mirándolo a Él, mirándolo a Jesús, que en la apariencia fue perdedor, despojado de todo, condenado por la soberbia, por la envidia, por el orgullo, condenado y maltratado y asesinado como un delincuente. Y sin embargo, en ese núcleo de dolor y sufrimiento, de despojo y de condena, en ese núcleo, justamente ahí estaba el triunfo de la Vida. Es contradictorio y es difícil de entender esto. Es difícil de entender que no siempre pasa por el éxito todo, hasta por los fracasos puede pasar para que nosotros podamos asumir realmente este camino que nos lleva a la Vida, porque siempre implica el morir a muchas cosas para poder vivir (…) El mundo nos ofrece tantas cosas exitosas y muchas veces terminamos en un callejón sin salida (…) construyamos bien. Construimos bien si abrirnos nuestro corazón a Jesús, a Él. (…) En este lugar tan emblemático para nosotros le pedimos a María que nos ayude también a poder encaminarnos a Jesús de verdad, a poder ser cristianos de verdad, para vivir este misterio de la fe, de la Pascua de verdad y ser testigos en nuestros ambientes, todos tenemos responsabilidades (…)..”
Luego se realizó la Adoración al Santísimo Sacramento del Altar, que marcó un profundo momento de oración y encuentro con Jesús Eucaristía. Finalizado este tiempo de oración, en procesión se trasladaron todos los asistentes, desde la Capilla de Nuestra Señora de Loreto hasta el Centro de Espiritualidad para compartir el segundo momento del retiro.
Antes de pasar a la iluminación a cargo de Monseñor Juan Rubén Martínez, se compartió un desayuno.
El tema sobre el que reflexionó Monseñor fue “Vivir la comunión como discípulos en los Equipos de Conducción”. “(…)Nuestra experiencia en primer lugar tiene que ser con un Cristo Vivo, esta es la realidad, porque decimos somos cristianos, pero, a todos nos puede pasar que nos gane la rutina. (…) a veces decimos somos cristianos por una especie de cuestión cultural, porque mi abuelo que era ucraniano, mis bisabuelo que era polaco, o vienen de una familia que era paraguaya y que tienen raíces católicas, bueno lo de familia está bien, pero ¿sos cristiano? Porque a veces reiteramos conductas, pero que no las estamos haciendo experiencia, no las vamos experimentando y necesitamos experimentar nuestra fe así. Y esto nos pasa a todos (…) Por eso yo decía lo obvio, siempre tenemos que preguntarnos ‘¿y creo realmente?’. Inmediatamente surge sí creo realmente y Él sí es alguien en mi vida, entonces la pregunta es ‘¿quiero ser su discípulo?’, ‘¿quiero ser su discípula?’, ‘¿quiero ser discípulo de Jesucristo?’ (…) son preguntas esenciales en la vida, porque depende si queremos ser discípulos vamos a hacer un camino y tendremos que escuchar a quien creemos, que es la Palabra, Él es la Palabra. (…) ¿Queremos escuchar su propuesta? Esto implica un estilo de vida (…). Un estilo de vida que implica muchas cosas. Yo a veces me pregunto, y lo expreso en la Carta Cuaresmal, porque está escrita y pensada especialmente para los laicos (…). Tenemos todos la responsabilidad de evangelizar, todos la tenemos, todos los bautizados. (…) Y nuestra fe, este discipulado, yo lo pongo acá, no puede ser ‘yo creo en Cristo, pero no en la Iglesia’, es un discipulado siempre eclesial y comunitario, porque Jesucristo lo constituyó así y no porque sí, obviamente, es razonable que haya constituido este discipulado de una manera comunitaria y no individualista.
En nuestro tiempo se acentúa un fuerte individualismo, donde yo interpreto, donde hay un subjetivismo fuerte, ‘yo interpreto’, ‘esta es la mía’ y entonces acomodamos la Palabra a nuestros propios intereses, gustos y cosas que ‘yo las vivo de esta manera’ y bueno las acomodamos digamos. Entonces yo digo, y lo reitero a veces, no es ser cristiano cumplir meramente con un rito, ‘voy a la misa’. La misa puede transformarse en un rito pagano si no cumple la liturgia. La misa para los cristianos significa o implica un alimento para la vida, porque este es el sentido. Es un alimento para que después, en la vida diaria, vivas de acuerdo a lo que decía Jesús. (…) Por eso digo que este discipulado no es individualista, es comunitario y eclesial y para eso tenemos que formarnos, porque yo no puedo ser Obispo o sacerdote, cortándomela solo, yo no puedo decir ‘En mí Diócesis lo hago de esta manera’, desentendiéndome de lo que hace el Colegio Episcopal (…), no soy un Obispo aislado (…) nuestro discipulado es dentro del Pueblo de Dios, así como el cura, también el laico, esto es como clave, por eso la enseñanza del Obispo es una enseñanza ligada al Magisterio de la Iglesia (…) El Magisterio de la Iglesia es fruto de la Palabra de Dios, si yo me las corto solo obviamente obrare individualistamente y por supuesto no obraré en consonancia con el Pueblo de Dios, pero estoy en una coyuntura y me toca discernir a mí según mi conciencia, desde mi rol y teniendo en cuenta el Magisterio de la Iglesia tengo que discernir en las coyunturas, pero no lo hago inspirado e individualistamente, lo hago en la comunión del Pueblo de Dios y de la Iglesia, lo mismo ustedes, como discípulos y discípulas y como laicos, según su propia vocación y misión. Ustedes también tienen ese discipulado eclesial y comunitario en el Pueblo de Dios. (…) El laico se santifica transformando las realidades temporales, así dice el Concilio. ¿Qué es transformando las realidades temporales? Haciendo que donde ustedes están sea un lugar que se vivan los valores cristianos. (…) esa es la tarea de los laicos en el mundo, de poner los valores del Evangelio, de la justicia, el valor de la vida, el valor de la honestidad, el valor de la solidaridad, esos valores que anunció Jesucristo. (…)
(…) Miren yo me hago esta pregunta, que ustedes se la hacen, todos nos hacemos y la tenemos que pensar todos. (…) ‘¿Qué decido en mí vida? ¿Cómo hago el discernimiento? ¿Cómo son mis decisiones?’, como cristiano también obviamente. No puedo decir, como algunos dicen, ‘bueno yo ahora soy un funcionario público y tengo que ser plural’ y chau me olvidé de mi condición de cristiano, seguís siendo un cristiano en el mundo (…) ¿Cómo puede ser que en nuestra patria, que decimos que son tantos cristianos, haya tanta corrupción? (…)
Yo acá pongo en esta reflexión, un poco la crisis en nuestra época es una crisis moral, (…) crisis de la verdad (…)cuando no hay deseo de la verdad vamos construyendo sobre la mentira. Una sociedad, una institución, una familia que se construye sobre la mentira, sobre esta falta de discernimiento de qué está bien y qué está mal, tarde o temprano se viene abajo y entramos en una crisis profunda, esto es así. La crisis de la verdad puede ser hasta personal, cuando yo me confundo conmigo mismo, me creo lo que no soy, me siento más importante que el resto y esto lo vemos. (…) si soy algo es porque Dios me ama y si tengo un rol es para servir. (…) Entonces, nosotros los roles tenemos que tomarlos como compromisos, como sacrificio, como servicio. Y la verdad es que a veces cuando a uno le dicen ‘tenés que hacer tal cosa’, es normal que a veces se sienta insuficiente, ‘¿y yo podré?’, bueno Dios te ayuda con la Gracia. Es así. Él nos ayuda con su Gracia para lo que hacemos, pero necesitamos que hagamos lo que hagamos, hacerlo como discípulos, formando parte de Pueblo y saber que formamos parte de una comunidad, que nuestro proyecto no es algo nuestro, nuestro jardincito, ‘mi Instituto es el mejor’ y los otros no, formamos parte de una comunidad (…) A mí me alegra cuando un Instituto se ayuda con otro, se dan una mano y hay un ambiente de solidaridad, hoy necesitamos eso. Esas son las redes que necesitamos, redes que son para ayudarnos, para ser solidarios, para estar juntos, para servir, el espíritu de comunidad y de equipo, como ponen aquí en el título (…)
(…) haber conocido a Jesucristo el Señor, es lo mejor que nos pudo haber pasado. Este camino que hace que nuestra vida esté cargada de sentido, que experimentemos que fuimos llamados para algo, porque todos tenemos una misión. (…) somos discípulos formando parte de un pueblo, del Pueblo de Dios. Bueno ojalá que así vivamos un poquito más en nuestras instituciones.”
Cuando concluyó la exposición del Obispo, los directivos mantuvieron un ameno y activo diálogo con él, donde le consultaron por distintos temas vinculados a la vida institucional educativa.
Seguidamente la Presidente de la Junta de Educación Católica de la Diócesis y Rectora del ISARM, Magister María Eva Lescano de Borkoski, dirigió unas palabras. Destacando que el encuentro compartido es “(…) nuestra savia, esto es lo que nos nutre y con esto debemos volver fortalecidos a lo que nos espera.” Y agregó, siguiendo lo compartido en la reflexión de Monseñor, “(…) el año pasado hemos trabajado durante todo el año con el Año de la Misericordia, analizamos, discutimos, desmenuzamos cada uno de los postulados y las acciones misericordiosas. Enseñar al que no sabe, parece que esto aparece claro cuando se trata de enseñar al alumno, pero no aparece tan claro cuando se trata de enseñar al par, a ese que necesita de mí, (…) y sobre todo cómo cuesta cuando ese otro está en un lugar de gestión que a mí no me fue dado. Cuesta que el colectivo entienda las decisiones institucionales, más allá de que cuando uno asume un rol de gestión sabe, como dijo muy bien Monseñor Martínez, que algunos, muy pocos, lo van a aplaudir y algunos lo van a criticar y van a poner palos en la rueda. Sin embargo uno tiene que avanzar, pidiendo a Dios que le dé el suficiente discernimiento para hacer las cosas bien.
Pero más allá de mirar al otro, también es difícil mirarnos a nosotros mismos como directivos. ¿Cuántos somos capaces de procesar bien ese rol de poder que se nos confía? No es tan sencillo. Yo siempre digo, la gestión pone a prueba mi condición de buena cristiana en el día a día. Cuando me pegan en una mejilla, y los directivos recibimos muchas cachetadas, ¿soy capaz de ofrecer la otra? Cuando algo me desacomoda totalmente, ¿soy capaz de tomar aire, repensar o retirarme en un espacio de reflexión y volver y consultar? ¿Soy capaz de entender que, más allá que yo tengo un cargo de máxima gestión, el otro me puede aportar mucho? El otro también puede opinar, también puede decir y desear lo mejor para la institución. Yo creo que esas son cuestiones que se nos hacen difíciles en el día a día.
(…) el hecho que nosotros podamos estar hoy aquí, compartiendo cosas que nos pasan a todos, porque lo que yo cito seguramente pasa en todas y cada una de las instituciones, independientemente de sus realidades contextuales específicas. Entonces, venir acá, nutrirnos de todo esto yo creo que nos lleva a empezar el año muy bien (…).
En el marco de este trabajo no puedo dejar de hacer algunos agradecimientos desde el lugar de la Junta de Educación Católica. En primerísimo lugar a nuestro Obispo, no sólo por la cercanía de hoy, sino por la cercanía de todo el año. Sabemos que él tiene una multiplicidad de cuestiones que atender, sin embargo el tema educativo le importa, se interesa y conoce.
Muchas gracias a todos los que están trabajando en la Secretaría Episcopal de Educación, porque son los que llevaron adelante la parte operativa. Como así también a mis pares de la Junta de Educación Católica. Y fundamentalmente quiero agradecer a Luis (Bogado), que siempre anda por allí medio escondido, pero es el motor que organiza todas las actividades que llevamos adelante. Tiene ese don, que Dios le ha dado, de ser muy organizativo y muy operativo. (…) un agradecimiento especialísimo por la presencia de cada uno de ustedes y sobre todo cerrar con gracias enorme a Dios, porque Él nos confía este espacio y si Él nos puso donde estamos es porque confía en nuestra voluntad de servicio.”
Al final del retiro se sirvió un almuerzo de camaradería, que permitió el intercambio entre los participantes provenientes de las distintas zonas de la Diócesis.