26 de Mayo del 2017 | Profesorados

Fray José Acevedo y los Curas Revolucionarios

En el Río de la Plata, como en toda América Latina, la posición del clero frente al proceso revolucionario iniciado en 1810 no fue unívoca: mientras en la cúpula eclesiástica las opiniones tendían a ser favorables a España, entre los sacerdotes de base predominaban las posturas favorables a la revolución, al tiempo que en las órdenes religiosas circulaban las nuevas ideas. Entre éstas, la de los franciscanos tuvo importantes referentes en la revolución rioplatense. Se puede sostener que muchos religiosos no sólo adhirieron a la causa emancipadora, sino que fueron un elemento fundamental de la misma, al desempeñarse como consejeros y asesores de los caudillos locales. Uno de los secretarios de José Artigas, por ejemplo, fue Fray Benito Monterroso, al mismo tiempo en Misiones desempeñaba esa función Fray José Acevedo.

Misiones venía de atravesar una larga decadencia. La llegada de Andrés Guacurarí y Artigas al poder en 1815 fue considerada por el pueblo guaraní como el inicio de una nueva etapa, en la que se creía posible retornar a la prosperidad perdida de los días de los jesuitas. Junto al comandante guaraní llegó a Misiones Fray José Leonardo Acevedo como capellán de las tropas, quien ejerció también funciones de secretario y consejero. Se trataba de un sacerdote de origen cordobés que tomó los hábitos de San Francisco y se adhirió muy joven a la causa artiguista, tanto que no contaba aún con treinta años.

            Muchos de los numerosos documentos conocidos de Andresito salieron de su pluma, y su influencia no se limitó sólo a anotar lo que le dictaba el comandante. El franciscano también aportaba importantes elementos y ejercía una marcada influencia: en bandos y proclamas dirigidas a los indígenas abundan las referencias religiosas y los pasajes de las Sagradas Escrituras. La función de Acevedo distó de limitarse sólo a lo espiritual, ya que también se desempeñó como segundo al mando. En el encuentro de Candelaria (12 de septiembre de 1815), del que Andresito no pudo participar por hallarse enfermo, fue él quien dirigió a los guaraníes en batalla y manejó las negociaciones posteriores. Luego, cuando Andresito fue apresado, también compartieron prisión en Río de Janeiro. Acevedo pudo retornar en 1822, Andresito no tuvo tanta suerte. Con el correr de los años, llegaría a ser el primer Obispo de la Diócesis de Paraná.

            El caso de Acevedo no fue una excepción. Los Curas Gauchos constituyeron una correa de transmisión de las ideas generadas en Europa, adaptadas a las necesidades de sus comunidades, que abrevaban de ellas a través de los sermones de las Misas. Acevedo y muchos otros sacrificados religiosos acompañaron a sus comunidades en los padecimientos de la dura época que les tocó vivir. Los sacerdotes eran vistos como una guía y un ejemplo, y en muchos casos sus decisiones determinaban lo que iba a suceder.

 

Prof. Oscar Daniel Cantero, docente del Profesorado de Historia del I.S.A.R.M.

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