25 de Junio del 2020 | Rectorado

Monseñor Jorge Kemerer

Después de una larga e intensa labor episcopal, el 26 de junio de 1998 murió el primer obispo de la Diócesis de Posadas, Monseñor Jorge Kemerer. Dedicó su vida a la Iglesia Católica, y todo su accionar a las causas justas. Son muchos y diferentes los aspectos que podríamos tratar sobre su actuación; nos limitaremos a su labor pastoral e indígena en Misiones.

Consustanciado con la misión pastoral que le fuera encomendada cuando se creó el Obispado de Posadas en 1957 y fiel a la identidad que le confería ser Obispo, como lo subrayara el Papa Francisco, en audiencia del 8 de septiembre de 2018 en el Vaticano[1], sobre los rasgos del obispado, Monseñor Jorge Kemerer conjugó en el tiempo que vivió, con auténtica vocación el ser: hombre de oración, hombre del anuncio y hombre de comunión.

 

Su labor como Pastor. El “hombre de oración” dispuesto  como “hombre de comunión.”

Desde sus inicios como obispo, Monseñor Jorge Kemerer fue consecuente con la compleja realidad que asumía. Así tuvo que recorrer la diócesis en visitas constantes en las que utilizó todos los medios de transporte a su alcance: barco, automóvil, avioneta, carro polaco, tractor, etc. Estas, le permitieron tomar contacto con diferentes problemáticas. Entre sus gestiones, cuentan los reclamos ante los poderes públicos para dar solución a las inundaciones del Uruguay y del Paraná; también la búsqueda de una política de integración real del país y de la provincia mediante una política vial, de salud, de promoción de los productos de la zona en el mercado, de la regulación de la tenencia de la tierra y de la reglamentación del tráfico fronterizo.

Ya por aquellos años (década del '60), era consciente de las necesidades de los agricultores en materia de legislación laboral, conflictos por la tenencia de la tierra y el  aislamiento de ciertas regiones como la de la zona costera del río Uruguay; como también de las carencias en materia de salud. En los '80, insistía en la necesidad de dar arraigo a las comunidades fronterizas (con Brasil), para efectivizar la soberanía, subrayando los problemas en la obtención de documentación. No dudó en apoyar estas situaciones, incluso con ayuda jurídica del obispado.

Como “hombre de comunión” no descuidó la atención de los niños, enfermos y no videntes. Así surgió en Oberá, la “Aldea de Niños” (1978), SALUS, y el Centro de Rehabilitación del Ciego (1985), en Posadas. Su misión de Pastor lo llevó a propiciar la instalación en la provincia de todas las órdenes y congregaciones religiosas.

Sin dudas, una de sus acciones pioneras en la promoción y respeto por la diversidad, fue la dirigida hacia la población guaraní de Misiones. A ellos, a quienes denominaba los "más pobres entre los pobres", orientó su trabajo de promoción integral.

En 1978 se cumplían los 350 años del martirio de los padres Roque González, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, ocurrido en el Caaró (Brasil), en los inicios de la tarea evangelizadora de los jesuitas con los guaraníes en nuestra región. Bajo el lema de la Diócesis "Hacia una nueva Evangelización", en el anfiteatro de la ciudad de Posadas se celebró la Solemne Eucaristía que fue presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, cardenal Primatesta. Participaron once obispos de Brasil, Paraguay y Argentina, y numerosos sacerdotes. El corazón de Roque González fue traído para esta ocasión del Paraguay, y con esta reliquia el cardenal Primatesta, al término de la misa, bendijo a los presentes.

A los pocos días Monseñor Kemerer recibió una carta del Paí Antonio Martínez, jefe espiritual de la comunidad guaraní de Fracrán, donde le expresaba que él y su gente vieron “la luz de Posadas” pero no vieron “el corazón del que dicen fue nuestro amigo.”

Como respuesta, decidió visitar esta comunidad llevando la reliquia de Roque González a Fracrán[2] quien volvía, a través de su corazón, junto a sus hijos guaraníes. El Paí Antonio Martínez, su esposa Paula Mendoza, sus hijos, nietos y parientes, impregnaron a la ceremonia de recepción de un profundo sentido religioso. Al son de violín y de guitarras la reliquia fue transportada al lugar preparado con plantas del monte misionero donde fue expuesto durante varias horas. Frente a ella se realizó la ceremonia guaraní con danza y oraciones. El Paí Antonio pidió "una escuela para sus nietos en la que los maestros hablaran sin avergonzarse el idioma guaraní y fuesen capaces de enseñar a su pueblo a hablar bien en castellano para que los "karaí" no se rían de ellos y a calcular para saber cobrar lo justo por su trabajo en las chacras de los colonos.”

Kemerer, junto a la Vice-rectora del Instituto Montoya doctora María L. Micolis, iniciaron las gestiones para la implementación del Programa de Desarrollo Integral[3], que se inició en 1979 en dos aldeas simultáneamente: Fracrán y Perutí. Sus jefes naturales, Cansio Benítez, Alejandro Villalba y Salvador Benítez, así lo habían requerido. El 13 de junio de 1981 en Perutí, se inauguró la estructura edilicia y sus chacras, y el 20 de junio de 1983 hizo lo mismo en Fracrán.

 

Interés por la herencia jesuítica-guaraní

Monseñor Kemerer siempre destacó la experiencia socio-cultural de las Misiones Guaraní-Jesuíticas, que inspiró toda su tarea educativa y pastoral. Como “hombre de anuncio” impulsó la recuperación del pasado jesuítico en nuestra región, promovió la designación de instituciones y lugares con nombres de insignes jesuitas y guaraníes, y apoyó la tarea científica y de divulgación histórica. Importantes publicaciones se lograron mediante sus gestiones:

  • “Los tres héroes de Caaró y Pirapó” de Leo Kohler.
  • “Mapa Histórico-Geográfico de la Provincia de Misiones” de Casiano N. Carvallo y Gustavo Maggi.
  • “Misiones y sus pueblos de guaraníes” de Guillermo Furlong. (Dos ediciones, 1962 y 1978)
  • “Vida de Antonio Ruiz de Montoya” de Gustavo Maggi.
  • “Vida y obra de Antonio Ruiz de Montoya” de un grupo de alumnos y profesores del Profesorado en Historia del I.S.P.A.R.M.

Preocupado por la conservación de los conjuntos guaraní-jesuíticos, encargó la realización de relevamientos cartográficos y arquitectónicos al investigador Gustavo Maggi.

La difusión de esta obra jesuítica fue permanente en sus mensajes, incluso en las recomendaciones que dejó a los obispos sucesores en Posadas e Iguazú, y se refleja sobre todo en esa actividad anual que realizara muchos años el Instituto Montoya: la peregrinación a Loreto, donde descansan los restos de Antonio Ruiz de Montoya, y que actualmente realiza la Diócesis de Posadas en fecha próxima a los Santos Mártires (17 de noviembre). Debemos resaltar también que fue el promotor de las causas de canonización de los Beatos Mártires (hoy santos rioplatenses) y de Antonio Ruiz de Montoya.

En próximos escritos ahondaremos sobre su obra educativa, los cambios en la Diócesis a partir de Concilio Vaticano II y su defensa de los Derechos Humanos.

Lic. María Melgarejo

Junio de 2020

Centro de Investigaciones Históricas “Guillermo Furlong”

                                                                 I.S.A.R.M.



[1]Audiencia a los Obispos de los Territorios de Misión. Seminario promovido por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Ciudad del Vaticano, 08/09/2018.

[2] MONSEÑOR JORGE KEMERER. Roque González S. J. Conferencia del 6 de Julio de 1988 en la Universidad del Salvador. p. 14.

[3] Cfr. detalles del Programa en: AMABLE, María A. y DOHMANN, Karina M. La educación bilingüe de los guaraníes en Misiones. La experiencia de Fracrán y Perutí. Posadas, Centro de investigaciones Históricas "Guillermo Furlong", 2003 (Inédito).

 

Lista de Categorías