06 de Agosto del 2021 | Artículos Especiales
“La crisis hídrica del Paraná, una mirada desde la Geografía”
La falta de precipitaciones en la alta cuenca del Paraná como consecuencia del fenómenos de “La Niña “, sumado a otros factores tales como la deforestación, y el riego en áreas de cultivo han provocado que el río Paraná (el segundo más largo de América del Sur) y sus afluentes disminuyan su caudal hasta unos niveles no vistos desde 1944.
Para poder entender la situación, más allá de la influencia del fenómeno de La niña en la disminución de las precipitaciones, debemos ubicarnos a manera de ejemplo, en el municipio de Cristalina en el Estado de Goiás, enclavado en pleno Cerrado (en portugués significa "espeso", "denso", es una amplia ecorregión de sabana tropical de Brasil), este municipio alberga más de 250 ríos y pequeños arroyos que desembocan en el Paranaíba, una de las principales formaciones del río Paraná, cuya cuenca cubre la mayor parte de los estados de Minas Gerais, São Paulo, Paraná, Mato Grosso do Sul, Goiás y el Distrito Federal (toda la región está sufriendo un acelerado proceso de deforestación).
Varios ríos que componen la cuenca del Paraná, están experimentando una baja histórica en sus caudales y esta situación ha llevado a los investigadores a señalar que la raíz del problema reside en la deforestación constante y creciente en la formación del Cerrado y de la Mata Atlántica desde hace varias décadas.
Gran parte del caudal del Paraná, procede de los ríos que se originan en las áreas del Cerrado, masa forestal que ha sido fuertemente deforestada en las últimas décadas. Desde una fotografía aérea o imagen satelital, el paisaje de la región hoy se asemeja a figuras geométricas con una profusión de círculos y líneas rectas que han sido creadas por maquinarias agrícolas.
Según Mapbiomas, una plataforma que monitorea el uso de la tierra en Brasil, de 1985 a 2019, el área cubierta por el Cerrado disminuyó en un 33% en la microcuenca hidrográfica de esa región.
En toda la cuenca del Paraná, que también incluye sectores de Mata Atlántica, en el mismo período se destruyeron 4,2 millones de hectáreas de vegetación nativa, una pérdida del 17,6%. Hoy, solo el 22,4% de la cobertura natural original permanece en la cuenca.
Sin lugar a dudas y desde una mirada geográfica, la deforestación agrava la escasez de agua en toda la cuenca del Paraná. Es una respuesta incompleta, atribuir la variación del caudal de esta cuenca sólo al fenómeno de La Niña. El ambiente es un sistema de relaciones complejas, por lo tanto, hay que analizar y estudiar cada uno de los componentes de la esfera planetaria (Atmósfera, Hidrósfera, Biósfera y por supuesto la intervención e impacto antrópico).
En la actual sequía en la cuenca del Paraná, existe una fuerte influencia de La Niña, enfriamiento periódico en las aguas del Océano Pacífico que tiende a reducir las precipitaciones en el centro-sur del Brasil en el este del Paraguay y en el nordeste de la Argentina, sin embargo, este fenómeno “es sólo una parte de la respuesta".
En los últimos años, varios expertos han asociado a la deforestación con la disminución de las precipitaciones. La tala de árboles hace que el bosque deje de bombear a la atmósfera una inmensa cantidad de agua que luego se convertiría en lluvia, es así como el reemplazo de la vegetación nativa por cultivos impacta en el caudal de los ríos, y es lo que está sucediendo en nuestra región.
Para comprender cómo la deforestación en el Cerrado impacta en el caudal de los ríos, es necesario conocer la relación del bioma con el agua (biósfera-hidrósfera). No es casualidad que el Cerrado sea conocido como la "cuna de las aguas" ya que regula el caudal de los ríos de la región (cuenca superior del Paraná).Ocupando la Meseta Central brasileña y extendiéndose más del 25% del territorio de ese país, el Cerrado es el punto de origen de ocho de las doce cuencas hidrográficas brasileñas, entre ellas parte de la cuenca del Paraná.
Durante al menos 40 millones de años, la vegetación del Cerrado ha desarrollado raíces largas y ultra ramificadas para extraer agua de las profundidades y obtener nutrientes de los suelos naturalmente pobres de la región. Las raíces de un árbol del Cerrado se entrelazan con las de las plantas vecinas, formando una especie de esponja bajo el suelo. En la estación seca, esta esponja retiene la humedad del suelo, asegurando la supervivencia de las plantas y animales que dependen de ellas.
En la temporada de lluvias, la esponja se empapa y permite que el agua se filtre en depósitos subterráneos, aguas subterráneas y acuíferos. Son estos depósitos los que alimentan las fuentes de los ríos, asegurando que sigan fluyendo incluso cuando cesan las lluvias.
El 80% del agua de los ríos del Cerrado proviene del subsuelo. Es decir, provienen principalmente de la lluvia que se infiltra en el suelo y, viajando por los surcos creados por las raíces, logra llegar a las aguas subterráneas y acuíferos.
Pero el funcionamiento de este sistema puede verse seriamente dañado cuando la vegetación nativa del Cerrado y de la Mata Atlántica es reemplazada por cultivos como la soja, el maíz o el algodón.
Según Mapbiomas, el 43,7% del Cerrado ya ha sido destruido para dar paso a la agricultura y la ganadería; solo en 2020, el bioma perdió 7,3 mil kilómetros cuadrados, un aumento del 12,3% en comparación con el año anterior.
Como la nueva vegetación tiene raíces cortas, el agua de lluvia no se infiltra tanto en el suelo y tiende a evaporarse o escurrirse hacia un río. Así, en lugar de ir al depósito subterráneo para ser liberado a la superficie durante todo el año, el agua aumenta el caudal de los ríos durante la época de lluvias.
La deforestación por sí sola tiende a reducir el caudal de los ríos en el período seco, pero el impacto suele ser aún mayor cuando la vegetación nativa da paso a los cultivos de regadío.
Para los cultivos de regadío, se extrae agua de ríos, manantiales o pozos subterráneos, impactando claramente en el caudal de los cursos de agua o perjudicando la recarga de los acuíferos. El riego tiende a aumentar la productividad y permite cultivar alimentos incluso en períodos de sequía.
Según un informe de la Agencia Nacional del Agua del Brasil (ANA) publicado en 2015, el riego es responsable del 89,5% del consumo de agua en la cuenca del Paranaíba (uno de los ríos que da origen al Paraná), mientras que el suministro público representa el 2,9% del uso.
Según un informe publicado por la agencia en 2021, el riego representa el 49,8% de la demanda de agua en todo Brasil, seguido del suministro humano urbano (24,3%), la industria (9,6%), el uso de animales (8,4%) y otros fines. Y la actividad tiende a crecer. Un informe de la misma ANA estima que el área regada en Brasil aumentará en un 76% entre 2019 y 2040. Gran parte de este aumento debería ocurrir precisamente en áreas del Cerrado en la cuenca del Paraná.
Muchos expertos a nivel mundial advierten, sobre los desafíos de expandir la actividad de regadío en un escenario en el que la escasez de agua es cada vez más frecuente en algunas partes, lo que podría verse agravado por las reducciones en los patrones de lluvia provocadas por el cambio climático y la deforestación constante.
En lugar de aumentar la superficie regada, es necesario incrementar el control sobre las licencias otorgadas para el riego ya que hoy se desconoce si los agricultores respetan los límites que les imponen.
En este sentido es necesario mapear las regiones de manantiales y recarga de acuíferos, que deben considerarse prioritarias para la conservación ya que, con suelos y ríos más protegidos en áreas sensibles, el área estará mejor preparado para enfrentar cambios climáticos como los provocados por La Niña.
Si estos fenómenos existen, y tienen una periodicidad, ¿cómo podemos sortearlos y mitigarlos?, los gobiernos de los países de la cuenca del plata deberían poner en marcha y en práctica un verdadero plan de manejo integrado, responsable de cuencas hídricas y de esta manera salvaguardar los intereses medioambientales de miles de personas que vivimos en esta región del planeta.
Prof. Lic. Sergio Páez
Coordinador del Profesorado de Educación Secundaria en Geografía - ISARM