04 de Diciembre del 2024 | Entrevistas

Damián Bitar: “La Extensión Áulica del Montoya es un regalo de Dios para nuestra diócesis”

Damián Santiago Bitar, Obispo de la Diócesis de Oberá, en diálogo con InfoMontoya.

IM: Padre Obispo, ¿qué aspectos le preocupan de la actualidad y del mundo?

DB: Mirando el mundo es indudable que atravesamos no una época de cambios sino un cambio de época. Tal como lo afirmaba el Papa San Juan Pablo II y lo reafirmaron Benedicto XVI y el Papa Francisco: el mundo vive un cambio de época. Los cambios epocales conllevan crisis, desafíos y oportunidades. Inciden profundamente en la cultura; es decir, en el estilo de vida de los pueblos, en su manera de pensar y por tanto de obrar. Los mismos, sin duda, repercuten  en la vida de las familias, en la educación y particularmente  en la vida de  los jóvenes. 

IM: ¿Qué implica este contexto?

DB: Creo que estamos ante desafíos arduos y fascinantes. Quizá la crisis más profunda de este tiempo es la crisis de Verdad, que en el fondo es una crisis de fe en Cristo Camino, Verdad y Vida, único Salvador del mundo y del hombre. La negación de la Verdad ha conducido a una crisis de sentido, de orientación, a un caos existencial… La época actual es denominada posmodernidad o incluso “pos-verdad”. Las consecuencias están a la vista: poco a poco hemos sucumbido en la dictadura del relativismo, en la confusión antropológica, en un vivir al “tanteo”, sin rumbo y sin horizontes en donde cada uno construye “su verdad” de acuerdo a su criterio, a sus gustos o sus caprichos... No sólo se niega o se relativiza la Verdad revelada, sino también la razón, la ley natural y el sentido común. Dos ejemplos concretos son la ideología de género y la legalización del aborto. Como vemos, esto tiene consecuencias directas para la sociedad, para la familia y para la educación. 

IM: Es algo que está en todo el mundo…

DB: Sin duda este es un fenómeno global. La crisis de sentido golpea a toda la humanidad. Una característica de este tiempo de “pos-verdad” es que impera el pensamiento débil y las relaciones líquidas. Todo es instantáneo, fugaz, pasajero… Prevalece la emoción, el divertimento y el culto a la imagen. Se teme asumir opciones definitivas, por eso es tiempo de crisis de vocaciones religiosas, matrimoniales y aún de maternidad y de paternidad.  Por otra parte, el pensamiento débil y las relaciones líquidas conducen en muchos casos a relaciones tóxicas con consecuencias muy dolorosas como los femicidios, la muerte de niños, la violencia generalizada, el consumo de sustancias indebidas, los suicidios etc.

IM: Teniendo en cuenta este panorama, ¿cómo quizás debemos pensar la educación para este mundo y para las personas?

DB: Indudablemente los desafíos educativos son inmensos… Se necesita afrontarlos con mucha paciencia, con mucho amor por el hombre de este tiempo y con mucha claridad. En tiempos de tanta confusión y desorientación no debemos tener miedo de presentar la “Verdad”, pero con un profundo respeto por cada persona. La educación, como la evangelización, no es adoctrinamiento, sino proponer la cosmovisión cristiana del hombre y del mundo como el mejor servicio que se puede ofrecer al hombre de hoy. ¿Qué implica esa cosmovisión cristiana? Ante todo, resaltar la inviolable dignidad humana, el valor y la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la fraternidad universal, y el cuidado de la casa común.

IM: ¿Cómo ve a los jóvenes en este contexto?

DB: Es una pregunta muy amplia… No se puede generalizar. Pensemos en los adolescentes y jóvenes que viven en situación de pobreza, en situación de calle y muchos otros atrapados por las adicciones a las drogas, sin horizonte, sin trabajo, marginados, heridos… Por otro lado, son muchos los jóvenes que estudian, trabajan, proyectan y sueñan un futuro mejor. Entre ellos están los jóvenes de nuestras parroquias, capillas, seminarios, colegios y movimientos. Muchos de ellos entregan parte de su tiempo para misionar en colonias y barrios marginados, otros en tareas de voluntariado. Quizá no hacen mucho ruido, pero hacen mucho bien. Pero en una mirada amplia creo que gran parte de los jóvenes atraviesan momentos de sufrimiento y de soledad como consecuencia de la crisis que afecta a los matrimonios y familias.

IM: ¿Qué puede aportar la educación? 

DB: Además del saber propio de cada materia que prepara a los niños y jóvenes para afrontar los desafíos de la vida como adultos, haciéndome eco de las enseñanzas del Papa Francisco, el ambiente o “clima” educativo debería estar impregnado del estilo de Dios que es cercanía, compasión y ternura. Por otra parte, junto a la seriedad de contenidos y formación profesional, es esencial la formación en valores, aquellos que emanan del anuncio de la “Verdad” para formar al hombre en su integridad cuerpo, alma y espíritu.

IM: ¿Piensa que la apertura de tres carreras del Instituto Montoya en Oberá puede contribuir a mejorar esta situación?

DB: Le comentaba al Obispo de la Diócesis de Posadas, Juan Rubén (Martínez), de quien depende el Instituto Montoya y también institucionalmente el Instituto Secundario Juan Pablo II,  que la Extensión Áulica propuesta para el año próximo en la ciudad y en la Diócesis de Oberá, es un “regalo” que nos hizo el Señor con motivo de los 15 años que celebramos como Diócesis…, regalo que incluye la posible apertura del Profesorado en Ciencias Sagradas.  Para la Diócesis de Oberá y para nuestra Región Centro, es una magnífica oportunidad para que jóvenes y adultos puedan cursar cerca de sus domicilios alguna de estas carreras, e incluso para quienes opten por Ciencias Sagradas, cursar algunas materias para afianzar su formación cristiana. ¡Ojalá este “sueño” pueda concretarse el año próximo!

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