18 de Noviembre del 2015 | Rectorado
“Si falta algo en nuestro tiempo es gente que se comprometa, gente que viva una vida dándola…”
Como cada año, desde tres puntos distintos de la Diócesis de Posadas: Alem, Jardín América y Miguel Lanús, salieron en procesión los peregrinos el día sábado 14 de noviembre y llegaron el domingo, a Loreto, Centro de Peregrinación y Espiritualidad de la Diócesis de Posadas. Así, se llevó adelante la XIV Peregrinación Anual, bajo el lema “Con la tierna mirada de María, ¡Vamos a Loreto!”.
Cerca de 8.000 personas fueron las que participaron de las celebraciones que se organizaron en Loreto. La Misa Central, de las 9 de la mañana, estuvo presidida por Monseñor Juan Rubén Martínez y fue concelebrada por los sacerdotes y diáconos de la Diócesis. Del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya asistieron autoridades, docentes y alumnos.
En el inicio de la homilía el Obispo Juan destacó el gozo de poder estar celebrando a Jesucristo, Aquel en quien creemos, “y poder realizarlo en este lugar, en nuestro Centro de Espiritualidad, un lugar que para nosotros es tan significativo, y lo celebramos como familia, como Pueblo de Dios…”. También agradeció la presencia de todo el laicado y del Vicegobernador de la Provincia de Misiones, Gobernador electo, Licenciado Hugo Mario Passalacqua.
Destacó las diversas maneras en las que la gente se acerca, para vivir juntos la fe, algunos lo hicieron caminando, otros en bicicletas, colectivos, autos y demás móviles, para llegar a Loreto “la Casa de Nuestra Madre y celebrar a Jesús… En esta Casa nos reunimos como hijos con todo aquello que traemos en nuestro corazón, nos reunimos para agradecer y para pedir”, manifestó Monseñor.
Recordando lo significativo que es Loreto para los misioneros, por la historia de fe que representa, expresó “nos alegra el corazón que podamos, así como hace tantos siglos atrás, seguir celebrando y actualizando la memoria de un Dios Bondadoso y Misericordioso, en este lugar. Es aquí, en esta tierra, donde celebramos la memoria. Hoy celebramos a nuestros Mártires, a Roque, Alonso y Juan, que evangelizaron, que vinieron a nuestras tierras hace tantos siglos atrás, para traer la palabra, para traerlo a Jesús…haciendo algo inédito para el mundo, evangelizar la cultura o inculturar el Evangelio, como nosotros decimos que queremos hacer y ellos lo supieron hacer, porque vinieron no a quitar nada sino plenificar todo lo que había en las comunidades indígenas, con respeto, con diálogo, tratando de dignificar. Porque Jesucristo cuando lo anunciamos bien, no quita nada sino que nos plenifica el corazón y esa fue la experiencia en estas tierras…Que bueno es por eso recurrir a la memoria, porque si no tenemos memoria no tenemos identidad y esta es la memoria de siglos…”. El Obispo también recordó todo el trabajo del padre Antonio Ruiz de Montoya con el pueblo Guaraní y la forma en la que cuidaba a “sus hijos de todos aquellos que querían esclavizarlos …Estos pueblos por los celos, las envidias, los egoísmos económicos, inclusive, fueron combatidos, sin embargo sobrevivieron en la Provincia de las Misiones, fruto de ello es nuestro Andresito Guacurarí (prócer misionero), así es que todo esto tiene mucha vida y que lindo que es que nosotros, como Pueblo de Dios, actualicemos la memoria en este lugar y en esta tierra…”, aseveró Monseñor Martínez.
El Obispo Juan Rubén recordó además que el 15 de noviembre era muy especial para él y por ello también quería dar gracias, porque se cumplían 15 años de que el entonces Papa Juan Pablo II le pedía, a través del Nuncio Apostólico en la Argentina, que fuera Obispo de la Diócesis de Posadas. “Hace 15 años que el Señor, justo un 15 de noviembre, me ha puesto en esta tierra que la queremos tanto y que es parte de nuestra vida…”, expresó.
La oportunidad de encontrarse en Loreto también es para celebrar el ejemplo de todas aquellas personas que “en nuestras tierras han trabajado de corazón por Dios y por el Pueblo, amando y sirviendo y éstos son los que han construido la historia, son los que han llenado de valores lo que nosotros podemos vivir, por eso no solamente esta celebración es la memoria para nuestra identidad, en todo caso lo que celebramos es actualizar el compromiso de éstos hombres para que hoy tengamos, como cristianos, como gente de recta conciencia, ese compromiso también en nuestro tiempo, ese compromiso que lo necesitamos…Si falta algo en nuestro tiempo es gente que se comprometa, gente que viva una vida dándola, amando…Morir para dar, esto es lo que celebramos en la Eucaristía y esto es lo que necesita nuestro tiempo…Porque es cierto que hay mucho egoísmo, hay mucho antivalor, hay tanta búsqueda de sí mismo en nuestra sociedad, tanta gente que busca acumular porque sí poder, dinero, cosas y cosas, que en el fondo no sirven para nada, porque todos terminaremos de la misma manera…y ahí seremos evaluados si podemos recibir el abrazo de Nuestro Padre Dios. Por eso nuestro tiempo necesita que nosotros tengamos el compromiso de poner estos valores, el valor de la vida, de la justicia, de la solidaridad, del amor. Son valores esenciales, necesarios, fruto del Evangelio que también humaniza, con esos valores, una cultura…”.
Antes de finalizar el Obispo de la Diócesis de Posadas recordó que el año próximo se compartirá, en San Miguel de Tucumán, el Congreso Nacional Eucarístico y que con la celebración de la Santa Misa en Loreto, como Diócesis, comenzábamos a “prepararnos para celebrar el Año Santo de la Misericordia, que va a empezar el 8 de diciembre… El Papa Francisco nos llama a que vivíamos el Año de la Misericordia y así lo haremos…El tercer domingo de Adviento abriremos las puertas de nuestra Catedral, donde habrá un gesto, un signo que lo iremos llevando a todas las Parroquias durante todo el año… Es un año en el que, si queremos ser misericordiosos, tendremos que trabajar el Amor, la palabra Caridad será como clave, porque difícilmente sea misericordioso quien no ama de verdad. Entonces, el Año de la Misericordia implicará que hagamos un discipulado, que nos preguntemos qué tipo de cristianos soy y que hagamos un discipulado del amor para ser misericordiosos…Si algo no tiene la propuesta de Jesús, el cristianismo, es que construyamos nuestra espiritualidad, nuestra fe, sobre nuestras perfecciones. No estamos llamados a construir desde nuestras perfecciones… construir sobre la perfección significaría decir ‘somos mejor nosotros, más perfectos que los demás’. Sentirnos mejor que los demás no es ser cristiano, más bien nosotros construimos sobre nuestras flaquezas, sobre lo que somos, luces y sombras, que están en nuestro corazón. Solamente los que experimentan el sentirse pobres, humildes, pueden entender el lenguaje del Reino, el camino que Jesucristo nos propone, por eso la primer bienaventuranza del Señor nos dice ‘felices los pobre de espíritu, porque a ellos les pertenece el Reinos de los Cielos’. Sólo los humildes y pequeños entienden esta propuesta de Jesús. Nosotros también, porque desde nuestra pequeñez hemos aprendido a conocer el abrazo Amoroso del Padre, como el Hijo Pródigo…Desde nuestras pobrezas construimos la experiencia del Amor de Dios, desde nuestro regreso a la Casa del Padre, desde nuestro arrepentimiento, para experimentar el abrazo de Él…Sólo cuando experimentamos ese abrazo Misericordioso del Padre podemos amar con misericordia a los demás…Ojalá que tengamos ese gesto de misericordia con tantos hermanos que están en la marginalidad…A todos queremos acercarnos desde el amor, porque en la Iglesia sino nos acercamos con amor, no estamos en este camino del discipulado…Un cristiano que nos ama, que no valoriza la caridad en su vida de fe, es como que no entendió cuál es la propuesta de Jesús. El amor es lo que nos da peso ante el Señor…”.
Nota: Las fotos fueron cedidas por Fabricio Duarte y Patricia Campuzano del Instituto Montoya. Además por el Locutor Nacional y egresado de esta Casa de Estudios Superiores, Daniel Gómez.