11 de Abril del 2017 | Investigación

El Centro de Investigaciones Históricas del ISARM presentó dos obras

El martes 4 de abril, en el Salón Auditórium del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya, el Centro de Investigación Históricas “Guillermo Furlong” (CIH) del ISARM presentó dos obras: “Con la Marca de la Historia” y “La Reducción de San José”. La actividad se realizó en adhesión al 57º Aniversario de la fundación de esta Casa de Estudios Superiores.

Participaron del acto la Vicerrectora del ISARM, Licenciada Miriam Carolina Alves; la Secretaria Académica, Licenciada Silvia Inés Zuzaniuk; docentes y alumnos del Montoya,  junto con público en general interesado en la temática.

En el inicio del acto la Vicerrectora dirigió unas palabras en las que expresó un reconocimiento a los docentes integrantes del Centro de Investigaciones por el “gran aporte a distintos aspectos de la historia local y regional” que realizan ya que los mismos representan “…una fuerte revalorización de todo lo que es este patrimonio histórico que Misiones tiene. Y no sólo han trabajo en estos ensayos y publicaciones sino que siempre que han sumado a otros investigadores del medio local, regional, nacional e incluso internacional, es por eso que la alegría hoy es doble, 57 años de vida académica y más de 40 años del Centro de Investigaciones Históricas…”.

A continuación se realizó la presentación de las obras. La primera estuvo a cargo de la Licenciada Karina Dohmann, coordinadora del centro de Investigaciones Históricas “Guillermo Furlong” , quien se refirió a la publicación “Con la Marca de la Historia, Aportes a la construcción de la identidad Montoya”. Cuyas autoras son la Doctora María Angélica Amable y las Licenciadas Liliana Mirta Rojas y Karina Dohmann.

Seguidamente la Licenciada Rojas, Directora de Promoción, Investigación y Desarrollo, hizo lo propio con “La Reducción de San José”, de la que es autora junto a la Licenciada María Melgarejo.

La conducción del acto estuvo a cargo de la Profesora e integrante del CIH Verónica Garcette.

 

“Con la Marca de la Historia. Aportes a la construcción de la identidad Montoya”

La obra está compuesta por cinco conferencias que fueron presentadas entre los años 1997 y 2007.

Cada conferencia tiene un capítulo especial dentro de la obra, los nombres de los mismos son:

  • La comunidad Montoya Peregrina a Loreto.
  • La Yerba Misionera: El Árbol de Nuestra Historia.
  • El Historiador Jesuita Guillermo Furlong.
  • Ruiz de Montoya a través de sus Escritos.
  • Monseñor Jorge Kemerer (1908 – 1998)

Las dos primeras conferencias: “La comunidad Montoya peregrina a Loreto” y “La yerba misionera el árbol de nuestra historia” fueron presentadas por primera vez en Buenos Aires, en el Primer encuentro del Mercosur sobre patrimonio Jesuítico. Enmarcada en lo que se conoce como patrimonio intangible.

El primer trabajo rescata esta tradición del Montoya que se había iniciado en 1982 al conmemorarse los 25 años de creación de la Diócesis de Posadas y en plena guerra de las Malvinas. En resumen, lo que se quiso destacar en este trabajo era la peregrinación como práctica que permite apropiarse de un patrimonio, en este caso el de Loreto, pero también dar continuidad a una tradición histórica, ya que en la propia época de las misiones de guaraníes, Loreto era un centro de peregrinación.

Desde 2002 es el Centro de Espiritualidad de la Diócesis de Posadas, al que convergen miles de peregrinos, entre ellos integrantes del Instituto, al conmemorarse la fecha de los Santos Mártires en el mes de noviembre. Independiente de esto, para el ISARM tiene un particular significado porque allí descansan los restos del padre Antonio Ruiz de Montoya.

 

La Yerba Misionera…

La yerba mate es el producto madre de la economía misionera; si bien era conocida y utilizada desde antes de la llegada de los españoles, su cultivo y explotación en este territorio comienza con los jesuitas en las reducciones de guaraníes. La parte Norte de la provincia de Misiones era zona de yerbales naturales, pero en el Sur los primeros fueron los implantados en la época jesuítica, y precisamente esta zona es en la actualidad la de mayor producción. A mediados del siglo XIX esos antiguos yerbales jesuíticos atrajeron a colonos que se establecieron para explotarlos, iniciando el repoblamiento de la región.

El padre Antonio Sepp las definió así: “... esta yerba es muy sana y tiene efectos beneficiosos en varios aspectos: refresca los pulmones y el hígado ardiente, no deja que se formen ni arenilla ni cálculos en los riñones o en la vesícula. Calma la sed, quita el hambre y reconforta el estómago, es un poco amarga y templa la atrabilis. Por todas estas razones es altamente cotizada por los indios y tomada a diario. Y las mujeres no se quedan atrás de los hombres en el consumo de la yerba”.

El padre Antonio Ruiz de Montoya ha dejado esta descripción desoladora: “Tiene la labor de aquesta yerba consumidos muchos millares de indios; testigo soy de haber visto por aquellos montes osarios bien grandes de indios que lastima el verlos y quiebra el corazón saber que los más murieron gentiles, descarriados por aquellos montes, en busca de sabandijas, sapos y culebras, y como aún de éstos no hallan, beben mucha de aquella yerba, de que se hinchan los pies, piernas y vientre, mostrando el rostro sólo los huesos y la palidez la figura de la muerte.”

Vemos ya en aquella época ese contraste si se quiere entre el placer que provoca tomar mate y los beneficios para la salud y la situación de explotación a que están sujetos los que la trabajan.

En síntesis, la yerba no sólo proporcionó una grata bebida para los guaraníes en las reducciones, sino que constituyó una excelente fuente de recursos para los pueblos. La explotación yerbatera después de la expulsión de los jesuitas continuó y fue el principal recurso en época posterior, ya sea en tiempos agitados de la Revolución que se produjo la militarización de la región, bajo jurisdicción correntina y como impulso de la colonización por inmigrantes posteriormente.

 

Ruiz de Montoya a través de sus escritos

Se analiza  la obra escrita de Ruiz de Montoya y a través de ella se descubren algunos rasgos de la personalidad de este misionero en cuyo honor nuestro Instituto lleva su nombre.

En primer término está la obra lingüística de Montoya relativa a la lengua guaraní, su gramática o arte como se decía entonces, su vocabulario y su Tesoro. Por otro lado, se encuentra  la obra histórica – apologética: La Conquista Espiritual y finalmente la obra mística, El Sílex del divino amor.

 

El historiador Guillermo Furlong S. J., nombre que lleva el Centro de Investigaciones Históricas

Hijo de inmigrantes irlandeses, nació en Arroyo Seco, provincia de Santa Fe, el 21 de junio de 1889. Sus primeros estudios los realizó en colegios británicos de Rosario. Luego a los 13 años decidió ingresar al noviciado de la Compañía de Jesús en Córdoba.

En 1905 viajó a España para iniciar los estudios de humanidades en el viejo monasterio de Veruela (Aragón). Durante esos años descubrió los grandes escritores y los grandes libros. Años después lo evocaba de esta manera: “¡Con qué entusiasmo estudiábamos el latín y el griego, y leíamos a Homero y a Sófocles, a Píndaro y a Jenofonte, a Virigilio, Cicerón y César! Hurtábamos complacidos el tiempo a los deportes o recreaciones para abrir el poema latino o la tragedia griega, y recrearnos con su lectura siempre sabrosa y sabia.

Se trasladó luego a Estados Unidos para concluir sus estudios de ciencias y comenzar los de filosofía. Su tiempo libre lo dedicaba a investigar en bibliotecas y archivos que conservaban libros y documentos hispanoamericanos.

En 1913 obtuvo el título de Doctor en Filosofía en la Georgetown University de Washington, luego regresó a Buenos Aires. Fue nombrado profesor de latín y griego en el Seminario de Villa Devoto. Conoció entonces al historiador Enrique Peña y al Padre Vicente Gambón quienes lo orientaron definitivamente hacia los estudios históricos.

Desde 1916 se desempeñó como profesor de historia argentina y de idioma inglés en el Colegio del Salvador. Hasta que en 1920 se trasladó a Barcelona, España, para cursar sus estudios de Teología. Aprovechaba los meses de verano para trabajar en los archivos. En el Archivo General de Indias conoció a José Torre Revello y al Padre Pablo Pastells S.J.

Fue ordenado sacerdote en 1924 y al año siguiente regresó a Buenos Aires. En el Colegio del Salvador fue nombrado profesor de literatura, apologética, historia argentina, instrucción cívica e inglés.

El padre Furlong conservó siempre los rasgos de su formación jesuítica y la solidez de la misma. Entre ellos podemos mencionar el respeto al Superior, el espíritu de laboriosidad, la sencillez y la pobreza. Sus alumnos y colegas comentaban la austeridad de su habitación en el Salvador, donde cajones de manzanas hacían las veces de biblioteca y de escritorio.

Furlong fue un hombre que descubrió el sentido de su consagración a Dios al ponerse al servicio de la tarea intelectual y cultural. Realizó casi 2.000 publicaciones, de las cuales más de 100 son libros, algunos de varios tomos con centenares de páginas cada uno.

 

Monseñor Jorge Kemerer

Monseñor Jorge Kemerer, fue el primer Obispo de la Diócesis de Posadas y siempre destacó la significativa coincidencia de que el mismo año de la beatificación de los Mártires del Caaró y Pirapó, él fuera enviado a Misiones, corazón del espacio geográfico donde los jesuitas y guaraníes desarrollaron una experiencia socio-cultural de singulares características. Este hecho lo llevó a profundizar en la historia de las Misiones Jesuíticas en nuestra región, labor que inspiró toda su tarea educativa y pastoral.

Impulsó acciones para rescatar esa rica historia. Bastaría citar, a modo de ejemplo, la denominación de instituciones y lugares con nombres jesuitas y guaraníes, y el permanente apoyo a la tarea científica, histórica y de conservación de las ruinas de las reducciones. Con su decidido apoyo se pudieron realizar importantes publicaciones como: “Misiones y sus pueblos de guaraníes” de Guillermo Furlong,  “Los tres héroes de Caaró y Pirapó” de Leo Kohler, “Vida y obra de Antonio Ruiz de Montoya” de un grupo de alumnos y profesores del Profesorado en Historia del Instituto Montoya, “Vida de Antonio Ruiz de Montoya” de Gustavo Maggi, “Mapa Histórico-Geográfico de la Provincia de Misiones” de Casiano Néstor Carvallo, y todas las publicaciones del Centro de Investigaciones Históricas del Instituto Montoya. También encargó la realización de relevamientos cartográficos y arquitectónicos al investigador Gustavo Maggi.

La difusión de la obra jesuítica fue una constante en sus mensajes y homilías, se reflejó en esta iniciativa institucional de la peregrinación a Loreto, y sobre todo en la puesta en marcha de un programa de atención a los guaraníes creando las primeras escuelas bilingües de Fracrán y Perutí.

 

La Reducción de San José

Es la quinta producción de la Serie de Publicaciones Misiones Jesuíticas.

La obra analiza la fundación y el desarrollo de la reducción de San José, así como también los avatares posteriores a la etapa jesuítica y el establecimiento de la colonia en 1892.

Ubicada inicialmente en el Tape (actual Río Grande do Sul – Brasil), la misión jesuítica sufrió el ataque de los bandeirantes, lo que obligó a su traslado en el sur de la actual provincia de Misiones, donde aún se encuentran algunos restos del conjunto.

En San José estuvo uno de los jesuitas más destacados en la música, el padre Antonio Sepp, quien murió en ese pueblo y allí descansa.

Tras la expulsión de los jesuitas comenzó la lenta decadencia de la reducción, que fue saqueada por los portugueses en el marco de las luchas del litoral, desatadas tras la revolución de mayo.

El 14 de agosto de 1892, San José fue refundada como colonia, en el por entonces Territorio Nacional de Misiones, siendo Juan Queirel el responsable de su mensura.

La ubicación de colonos de distintas procedencias desde finales del siglo XIX permitió el surgimiento de un interesante polo de desarrollo en las primeras décadas del XX.

Esta publicación es la quinta de la serie Misiones Jesuíticas, iniciada con la Reducción de Loreto en 2007, y continuada con las de San Ignacio, Santa

Ana y Concepción. Consta de 51 páginas ilustradas, con diagramación y diseño de tapa de Marcos Luft y fotografías de Fabricio Micheli.

EDICIONES MONTOYA suma con esta publicación un nuevo aporte para el conocimiento de nuestra historia regional.

 

Se agradece al Centro de Investigaciones Históricas “Guillermo Furlong” por la colaboración en la producción de la nota.

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