18 de Junio del 2018 | Investigación
Toda Vida Vale
Como cristiano quiero tomar posición en el debate actual sobre la vida humana en su etapa de gestación, afirmando sin reparos que toda vida humana vale, no importa su grado de desarrollo. O de deterioro, llegado el caso.
La ciencia biológica lo sabe desde hace tiempo. Desde el momento de la concepción es vida humana, nueva, diferenciada genéticamente de la de los progenitores. Y entonces, compartimos en el seno de una sociedad plural, con todas las personas de buena voluntad, esta certeza racional como fundamento de una ética y unas leyes a favor de toda vida humana, desde la concepción hasta su fin natural.
Y por eso, como docente de esta Institución educativa del I.S.A.R.M, me hago eco de la llamada al compromiso social del papa Francisco y en concreto por la vida humana en el arco completo de su existencia, citando sus palabras extraídas de su exhortación apostólica Gaudete et exsultate: “La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte. No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente”.
Quisiera terminar con las palabras del Cardenal argentino, Mario Aurelio Poli, en el Tedeum por el 25 de Mayo en la catedral metropolitana de Bs. As., palabras claras y firmes: “cuidar la vida de punta a punta es querer ser Nación” y “en la Argentina bicentenaria no sobra nadie, todos somos necesarios e importantes, por lo que ninguna persona debe ser excluida de la fiesta de la vida, hasta el más humilde y olvidado de la patria profunda”.
Presbítero, Profesor de Biología y Asesor Espiritual del ISARM, Julio Omar Centurión
Nota:El presente artículo fue publicado en Signo-Comunicación Católica, periódico de la Diócesis de Posadas, en el mes de junio de 2018.