05 de Octubre del 2018 | Investigación

Valoración de la intervención de los padres en la Educación Sexual de sus hijos

Existe una relación entre conocimiento, actitudes y conductas; por ello un cambio de conocimientos conduce a un cambio de actitudes y éste a uno de conductas.

El conocimiento es necesario, pero no suficiente para producir una modificación de conductas, para ello es fundamental la intervención de los padres en la educación de sus hijos (niños y adolescentes) porque intentarán no sólo informar sino también formar, motivando hábitos saludables, habilidades, concepciones éticas; transmitiéndoles sus valores.

Los padres son indiscutiblemente los primeros responsables en la educación de sus hijos para el ejercicio de la “Sexualidad”, enfatizando la prioridad del amor, en las relaciones interpersonales. Esto será posible debido a la relación personal de confianza entre padres e hijos. Los progenitores y los tutores son los responsables de la educación sexual de sus hijos. Es un derecho-deber, imposible de delegar o sustituir porque es dentro de la familia donde priman el afecto, el ambiente de amable cordialidad, la unidad familiar, los valores, el clima de diálogo, el ejemplo y el tiempo compartido, todos ellos aspectos que intervienen en la educación de los hijos.

El término educación comprende dos acepciones: Educare: “conducir”, “llevar” al hombre de un estado a otro; y Educere: “extraer”, “sacar” algo de dentro del hombre; a partir de la concepción de estos términos la educación incide en todas las conductas humanas. No es simplemente brindar información, sino que consiste en conducir, marcar y acompañar en forma permanente el desarrollo y la vivencia de la “Sexualidad”, la cual es una fuerza decisiva en el desarrollo de la personalidad humana, es una forma de ser porque abarca todos los aspectos de la persona (biológico, psicoafectivo, socio-cultural y espiritual) permite la comunicación y la apertura hacia los demás. Por lo cual se trata de una tarea nada fácil porque exige responsabilidad, compromiso, paciencia, sacrificios, fortaleza y amor.

El objetivo de la educación será lograr el desarrollo en niños y adolescentes de la autoestima: como sentido de la propia dignidad; autonomía: el hacerse cargo de sí mismo y de las consecuencias de sus actos.

El crecimiento es estrictamente personal, a cada persona corresponde realizarlo, nadie puede sustituir a otro, lo que sí es posible, es ayudar a crecer.

Los padres asistirán y contemplarán el crecimiento de sus hijos, acompañarán en el principio de su formación, de su ser persona. Todo crecimiento humano es básicamente un crecimiento de “potencias” y tanto el conocimiento como el amor son muy importantes para el aumento de esas potencias específicamente humanas.

La educación sin interioridad no es educación. El niño tiene que alcanzar la fortaleza de lo propio, la formación es maduración. Es un proceso lento y constante,  por eso poco popular en una época apurada e intolerante con los ritmos naturales.

Toda capacidad humana debe ser educada; el desarrollo de actitudes, comportamientos y valores para llegar a crecer, madurar y alcanzar la verdadera vocación del hombre: que es la “capacidad de amar”.

 

 

 

Lic. Elisa Beatriz Olivera

Docente de Educación Integral de la Sexualidad -

Centro de Teología y Filosofía del ISARM

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