11 de Diciembre del 2024 | Entrevistas
Clarise Schmitt y Yennifer Lory: La experiencia de estudiar Ciencias Sagradas en el Montoya
InfoMontoya (IM): ¿Podrían presentarse y contarnos un poco sobre ustedes?
Clarise: Me llamo Clarise Beatriz Schmitt. Nací en 1990 en la ciudad de San Vicente, pero mi niñez, adolescencia y juventud transcurrieron en la localidad de Alta Unión, que pertenece a Colonia Aurora.
Yennifer: Soy Yennifer Mariel Lory. Nací en Oberá, en 1993.
IM: ¿Cómo y cuándo se enteraron de la existencia del Instituto Montoya?
Clarise: Supe del Instituto Montoya en el año 2009, mientras realizaba mi discernimiento vocacional como postulante a la vida consagrada, en la congregación de las hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo. En la búsqueda de lo que Dios quería para mí, me encontré con esta maravillosa institución. Una vez que me di cuenta que mi vocación no era a la vida consagrada como hermana religiosa, tuve la certeza de que quería estudiar Ciencias Sagradas en el Montoya porque además quería volver a Misiones, estar cerca de mi familia.
Yennifer: Me enteré de la existencia del Instituto Montoya cuando estaba en 5to año de la escuela secundaria. Con deseos de estudiar cheff y viendo los horarios de cursada en los que tenía algunas mañanas libres, pensé que podía estudiar algo relacionado a la Palabra de Dios. Puse en el buscador la palabra "Teología" y la primera opción que apareció fue Profesorado en Ciencias Sagradas, en el Instituto Montoya de Posadas.
IM: ¿Por qué eligieron estudiar Ciencias Sagradas?
Clarise: Es que no me veo haciendo otra cosa. Ésta es mi vocación. Tengo la certeza de que encontrarse con Jesús es lo mejor que le puede pasar a una persona. Y la carrera en Ciencias Sagradas me brinda los conocimientos, la experiencia espiritual y las herramientas que se necesitan para compartir la experiencia del amor de Dios y ser testigos de las verdades de fe de nuestra Iglesia.
Yennifer: En mi caso, pese a que no tenía tanta claridad en cuanto a qué se estudiaba en el profesorado, sentí que fue parte del proceso de fe personal que estaba viviendo, que tenía que ver con el deseo de conocer más sobre la Palabra de Dios y la doctrina de nuestra Iglesia y así vivir esta profesión como una misión evangelizadora dentro de la educación.
IM: ¿Qué les aportó el Instituto Montoya a la formación como profesionales y como personas?
Clarise: En mi caso, una formación integral que permite desempeñarme como profesional recordando la importancia del conocer, pero, sobre todo, la importancia del ser con el otro. Esto para mí se traduce en que, para ser un buen profesional, antes debemos ser buenas personas, que los valores son el componente primordial para que los conocimientos que transmitimos sean coherentes con lo que vivimos.
Yennifer: Puedo decir que el Instituto Montoya me brindó una formación sólida e integral, como así también el acompañamiento y la cercanía en cada momento de mi trayectoria como estudiante. Al ser egresada de secundaria, y tener que viajar desde el interior, estando unos días lejos de mi familia y amigos, tenía muchos desafíos nuevos que enfrentar; pero tanto los docentes de mi carrera, como el personal de toda la casa de estudios, siempre me brindaron su apoyo y calidez para que todo sea más llevadero.
IM: ¿Cómo fue estudiar en el Montoya, en relación con el ambiente, los compañeros y tus docentes?
Clarise: Puedo decir que estudiar en el Montoya ha sido una experiencia enriquecedora y transformadora. El ambiente que se vivía lo sentí desde un clima cercano y armónico; esto daba lugar a que las relaciones humanas fueran significativas y profundas. Cada uno se sentía en confianza para contar sus dificultades, alegrías, preocupaciones. En esos cuatro años de cursada formamos vínculos significativos. Puede pasar que, con los colegas durante mucho tiempo o incluso años no nos vemos; pero cuando nos encontramos parece que estamos en un eterno presente y creo que eso se debe a la experiencia que se comparte. Esto lo atribuyo al ideario de del instituto, que nos hace sentir que no solo es importante recibir todo el conocimiento posible en el tiempo que transitamos el Montoya, sino que también es importante incorporar valores, que nos permitirán ser personas y profesionales íntegros comprometidos con la realidad del otro.
En cuanto a los profesores, recuerdo sus enseñanzas, pero sobre todo los gestos, como cada uno acompañaban el proceso individual de cada uno de nosotros, la forma de corregir y guiar el conocimiento. Nunca vi algún gesto de arrogancia de parte de los docenes. Nos enseñaron que las equivocaciones son parte del aprendizaje. Esto trato de no olvidarlo nunca, porque hace a que el estudiante recuerde su valor y crea en sus capacidades. Estoy muy agradecida por haber recibido este estilo de formación.
Yennifer: Los años que estudié en el Montoya realmente fueron hermosos y de mucho crecimiento. Las clases siempre se desarrollaron en un clima de fraternidad y comunidad. También la experiencia de poder celebrar juntos nuestra fe, en distintos espacios que se brindan dentro del instituto como los retiros “Sumate al Camino”, los momentos de oración, las Misas celebradas en comunidad, la experiencia de misionar y compartir con mis compañeros y docentes en alguna comunidad del interior, ayudaron a que todos los contenidos abordados desde las distintas materias, puedan ser además de estudiados, vivenciados, algo que considero indispensable para alguien que se está formando como Profesor en Ciencias Sagradas.
Como anécdotas tengo muchas que atestiguan esta cercanía y calidez, pero la primera que viene a mi mente es en 4to año, cuando tenía a mi mamá internada en el hospital de Posadas. Realmente eran días de mucha incertidumbre y angustia. Llegué a la clase y entonces, antes de comenzar, hicimos una oración todos juntos por su salud. Esos gestos quedan grabados en mi corazón.
IM: ¿Qué les genera la noticia de la apertura de una Extensión Áulica en Oberá?
Clarise: Mucho entusiasmo y alegría, que nuestra carrera pueda ser conocida y que más personas tengan la gracia de formarse para esta misión es de gran bendición para la comunidad de Oberá.
Yennifer: Siento que es de mucha bendición para tantos jóvenes que quieren estudiar y continuar formándose. Para los estudiantes que son de la zona centro de la provincia será una gran oportunidad de poder contar con la formación de una casa de estudio tan reconocida como es el Instituto Montoya.
IM: ¿Qué clase de docentes creen que necesitamos para los tiempos de hoy?
Clarise: Creo que, para acompañar el aprendizaje de los estudiantes de hoy, un docente debe encontrar el equilibrio entre la cercanía y la exigencia, ser capaz de abrazar la realidad del estudiante y al mismo tiempo establecer expectativas claras que garanticen la calidad formativa.
En cuanto a los valores que me parecen primordiales en nuestra misión educativa, entre otros, tienen que ver con saber mirar a los estudiantes y colegas desde la comprensión, el respeto y ser coherentes entre lo que profesamos y vivimos.
Yennifer: Creo que los desafíos que afrontamos hoy en la educación tienen que ver con una crisis de sentido y de valores, el negar toda verdad absoluta y así caer en el relativismo, el encerrarnos en nosotros mismos y no poder ver al que camina a nuestro lado como un prójimo.
Necesitamos docentes que puedan trasmitir valores y verdades sólidas, sin desanimarse y sin miedo. Que además de trasmitir contenidos de su área puedan formar integralmente a la persona, teniendo en cuenta cada una de sus dimensiones. Que en este tiempo en donde el valor del esfuerzo y la dedicación se ven afectados, puedan enseñar con pasión, inspirando a los jóvenes y estudiantes a perseguir sus sueños.