07 de Junio del 2024 | Extensión Cultural

“¿Qué ocurre en el Montoya?”

El folclore y el rock no faltaron entre los números presentados.

El Instituto Montoya cambió su acostumbrada rutina de clases, la noche del jueves 6 de junio, para dar paso a una propuesta diferente.  Y el “Jueves Cultural” llegó nuevamente, con su carga de baile, música y encuentros que, de otra forma, quizás no hubieran sido posibles. 

“¿Qué ocurre en el Montoya?”, se escuchó decir a una de las personas que hacía cola en la vereda del instituto, para ingresar al Salón Auditórium, donde esa noche se presentaba un conocido humorista. Es que, después de las 20, se vio a los estudiantes bajar y concentrarse en el patio, para que inmediatamente después comenzara la música en vivo, en un primer repertorio que incluyó rock nacional y cumbia. 

El “Jueves Cultural”, una nueva edición de una tradicional actividad que se remonta a los orígenes del ISARM a partir de una iniciativa de su fundador, Monseñor Jorge Kemerer, pudo realizarse otra vez gracias al aporte y esfuerzo de muchos integrantes de la Comunidad Montoya, entre ellos estudiantes y docentes con inquietudes artísticas que dieron todo de sí. 

De esta forma, el primer cantante que se animó a “romper el hielo” fue el Prof. Facundo Cáceres, tras la presentación de los conductores Melisa Da Silva y Ezequiel Rotela, ambos estudiantes de 1er año de la carrera de Locutor Nacional.

Cáceres puso voz a canciones del repertorio clásico del rock nacional para animar al público, que pronto se acomodó en los bancos del patio y sillas, dispuestos a compartir y disfrutar un momento de distensión.  Algunos ya estaban desde antes de las 20 h; otros, se fueron sumando con sus mates y junto con amigos y compañeros, conforme fue avanzando la actividad.

El acostumbrado “paisaje” del Montoya cambió.  El estudiante de Locutor Nacional, Martín Verón, se plantó en el escenario para ofrecer más canciones que como “Mil horas”, fueron coreadas por compañeros y docentes.

Sin dejar de atender lo que ocurría en el escenario, se formaron pequeños grupos en los que se habló de temas diversos, sin apuros ni presiones, algunos conformados por jóvenes que se conocieron allí mismo.

En una lista que lejos está de pretender exhaustividad, se vio a la rectora del instituto, la Mgter. Natalia Navas, compartiendo una animada charla con un grupo de docentes, en un costado retirado del patio.  También a los profesores que llevan adelante el certamen Mbojere Cultural, en la primera línea del público.  Se vio al equipo de coordinación de la carrera de Psicopedagogía y docentes como Oscar Rodríguez y Gisela Olesnek, que habían tenido clases pero que se quedaron a disfrutar de la música.

Comenzaron a circular los choripanes hechos por la Pastoral Social del ISARM, algo que merece un capítulo aparte porque, al rato, se habían agotado.

Jesica Milagros Correa y Nicolás Iván Danieluk, del Profesorado en Educación Secundaria en Tecnologías de la Información y la Comunicación, concitaron toda la atención de los presentes con danzas folclóricas.  Después de ellos, Nicolás Silvero y Oriana Zacarías, de Psicopedagogía, volvieron a hacer cantar a sus compañeros, con una serie de acertadas canciones pop y melódicas. 

El chamamé llegó con “Nati, la luz del acordeón”, del Profesorado de Educación Inicial, quien hizo bailar a algunas parejas con su música y segura presencia en el escenario.

Finalmente, estudiantes del Profesorado de Educación Secundaria en Historia, presentaron una coreografía en base a la chacarera “(Por) largos caminos me iré”, aplaudida con entusiasmo por los presentes.

Sobre las 22 h, los conductores anunciaron el final de la velada y (quizás, no expresamente) el regreso a la rutina de la semana.

“Fantástico todo esto”, comentaron Diego Poje y Augusto Santa Cruz, dos amigos que comparten el interés por la Filosofía, uno recientemente graduado del Instituto Montoya y el otro -según afirmaron- cursando el 2do año de la Licenciatura en la Universidad Católica de las Misiones. 

Para Diego y Augusto “es algo que debería repetirse, pues un instituto o una universidad también son centros de divulgación de cultura”.

A pesar de que había terminado la música y ya se desmontaba el escenario, Camila y Magalí permanecieron en el patio observando el edificio del instituto. “No nos vamos todavía porque nos sentimos cómodas”, dijeron.  Según contaron, una estudia el Profesorado en Educación Especial y la otra Abogacía, en universidades locales, pero fueron invitadas por amigos que cursan otras carreras en el ISARM. “Estuvo hermoso todo.  ¡Y esperemos que se repita!”, manifestaron por toda despedida. 

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