12 de Noviembre del 2015 | Centro de Pastoral Institucional

“El que cree en mí, aunque muera vivirá” (Jn. 11, 25)

El lunes 2 de noviembre, a las 18:30, en el Aula Magna del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya, se compartió la celebración de la Santa Misa en la que se rezó por los difuntos y por el personal que padece alguna enfermedad.

La Misa fue presidida por el Presbítero Julio Centurión. Participaron autoridades, directores, personal no docente, profesores y estudiantes de esta Casa. Los alumnos del Profesorado en Ciencias Sagradas acompañaron con el Ministerio de Música.

Fue proclamado el Evangelio según San Juan, capítulo 11, donde Jesús le recuerda a Marta, y a todos nosotros, que Él es la Resurrección, “Yo soy la resurrección, El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás...” (Jn. 11, 25-26).  En la homilía el padre Julio recordó que el día anterior, el 1 de noviembre,  se celebraba en la Iglesia la Solemnidad de todos los Santos “y la Iglesia nos invitaba a contemplar la belleza de la santidad. En las predicaciones de ayer yo le decía a la gente ‘los que están de la otra orilla’ y aquí nos encontramos todos aquellos que estamos peregrinando para llegar a la ‘otra orilla’. Los que están en la otra orilla, en el cielo,  nos saludan, los amigos de Jesús, lo que ya están contemplando la Gloria nos saludan y nos esperan y claman y alaban al Señor para que pronto todos podamos estar unidos. Y hoy nosotros también queremos recordar, con mucha humildad, a todos nuestros amigos, parientes, docentes de la casa, que ya han fallecido y que necesitan de nuestra oración, así como también algún día nosotros, cuando pasemos de esta vida a la otra, necesitaremos de la oración de nuestros hermanos. Eso tiene que ser un motivo consolador, saber que siempre va a haber alguien que reza por nosotros y esto es bueno porque nos habla de una comunión en la Iglesia, unos oramos por otros.

No sabemos en qué situación está el alma de nuestros difuntos, pero ¿cuál es el sentido de esta oración? Porque todos sabemos que el único que Salva es Jesucristo, el único intercesor ante Dios Padre es Jesucristo, pero por medio del Bautismo sabemos que estamos unidos a Jesucristo y somos su Cuerpo Místico, este es un Misterio muy grande que siempre la Iglesia enseña…La Iglesia por medio de Cristo clama al Padre y a través de nuestra oración, que sabemos que llega, porque la voz de Cristo es escuchada por el Padre, queremos apresurar ese momento bendito de nuestros difuntos de contemplar cara a cara a Dios. Apresurar, que linda palabra, apresurar la llegada, porque algunos aún no han llegado, porque les falta purificar el alma con el Fuego Purificador del Amor Divino de Dios, y aquí parece un tema ‘el purgatorio’, que no es un lugar, sino que es una condición del alma humana donde se purifica el alma a través del Amor Divino de Dios, porque como dice el Apocalipsis ‘nada impuro y manchado puede entrar en el cielo’. Nosotros desde esta Eucaristía queremos apresurar ese momento para que nuestros difuntos puedan estar gozando de la Presencia Divina, porque sabemos que la vida nuestra muchas veces fue y es incoherente entre lo que profesamos o decimos y lo que hacemos, decimos que amamos, pero en la práctica nuestro amor mucha veces decae…Esta incoherencia de nuestro amor para con Dios es la que va dañando y dejando heridas en el alma, por ello vamos a pedirle al Señor por nuestros difuntos para que puedan gozar de Su Presencia y si ya están con Dios que nos miren también a nosotros que estamos caminando todavía por esta tierra, para que también algún día podamos contemplar y estar todos juntos. Que este deseo sea un deseo de esperanza, de amor, de consolación…”.

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