12 de Junio del 2017 | Rectorado

13 de junio, conmemoración del nacimiento del padre Antonio Ruiz de Montoya

La obra escrita de Montoya

 

La vida de Antonio Ruiz de Montoya transcurrió entre 1585 y 1652. Nació un 13 de junio en Lima, capital entonces del Virreinato del Perú, del cual formaba parte la extensa región del Río de la Plata.

Su entrada a la Compañía de Jesús, instalada desde 1607 con su Provincia del Paraguay -cuya capital fue Córdoba-, lo alejó del Perú y le permitió trabajar con los guaraníes durante casi treinta años; y a favor de ellos lo vemos actuar en Asunción, en el Guayrá y en Madrid. En cada lugar, además de evangelizar, escribió.

Desde Asunción fue enviado a evangelizar al Guayrá. Ya en su destino fortaleció el aprendizaje de la lengua de los “señores de la palabra”, el guaraní, volcándola en escritos: Arte, Vocabulario, Tesoro y Catecismo. Él mismo dirá de esa lengua recién aprendida y volcada a signos gráficos: “tan propia en sus significados…tan propia es, que desnudas las cosas en sí, las da vestidas de su naturaleza”.

En el Guayrá fundó y organizó reducciones, se convirtió en Superior de sus compañeros, debió sufrir los ataques bandeirantes y ver destruida su obra; organizó el penoso Éxodo Guayreño que permitió la reubicación de San Ignacio Miní y Nuestra Señora de Loreto, a orillas del arroyo Yabebirí, actual provincia de Misiones, en 1632.

Fue designado representante de las autoridades jesuíticas ante el rey de España, para, junto al jesuita Francisco Díaz Taño, realizar gestiones a favor de la libertad de los indígenas, que bien expone en tres Memoriales y, sobre todo, que se les permitiera el uso de las armas de fuego para defenderse de los ataques paulistas.

Mientras realizaba sus gestiones ante el Rey, Montoya publicó las obras escritas en el Guayrá, lo que se concretó entre 1639 y 1640, en la imprenta de Juan Sánchez; tarea poco fácil porque se tuvo que confeccionar matrices nuevas para la lengua guaraní.

El Arte de la lengua guaraní (gramática general) es la primera obra de este género que se publicó, aunque hubo otras anteriores, y con ella estudiaron muchos jesuitas en el Paraguay, y franciscanos después de la expulsión de los jesuitas.

El Vocabulario de la lengua guaraní formaba un solo cuerpo con el Arte y es posible que haya sido confeccionada junto con él; estuvo terminada para 1616; para ambas obras Montoya recurrió al lenguaraz Bartolomé de Escobar. El Vocabulario contiene vocablos simplemente; para conocer su uso y modo de frases, hay que acudir al Tesoro, que nos explicará lo que se dice de ese vocablo, dice Montoya. El padre Paulo Restivo encaró la actualización y ampliación de esta obra que se editó en Santa María la Mayor en 1722. Luego se editaron otras, siguiendo la de Restivo o la de Montoya. El Centro de Estudios Paraguayos “Antonio Guasch” lo hizo en 2002 sobre la original de Montoya, con introducción del padre Bartomeu Melià.

El Tesoro de la lengua guaraní, 1639, es un diccionario etimológico de la lengua guaraní que se hablaba en el tiempo de la conquista española. Su mérito es recuperar muchos datos referidos a modos y costumbres guaraníes que de otra forma se hubieran perdido. El valor actual del Tesoro es que sirve para conocer el léxico de la lengua guaraní, pues refleja una estructura de pensamiento y saberes transmitidos por esos vocablos (Montoya 1639. 2011)

El Catecismo en lengua guaraní es bilingüe; está escrito en dos columnas, guaraní y castellano, en su casi totalidad.

Tesoro, Arte y Vocabulario estuvieron destinados a los misioneros de habla castellana para llegar a una segunda lengua. El Catecismo pretendía llegar al guaraní, “…dar materia a los que por su oficio deben enseñarles, para que en las doctrinas que cada día se les hacen tengan materia de cosas nuevas: sin verse obligados a repetir continuamente la misma cosa, que no es de poco enfado al maestro y al discípulo, quedándose éste siempre en atracadero, sin pasar a hacerse docto en cosa tan importante…” (Montoya 1639. 2008: 46-47)

Ya lo sostenía en su aprobación al texto del Tesoro de Montoya el licenciado Gabriel de Peralta que “…es muy notorio haber hecho su autor tan gran provecho con su predicación, cuanto da testimonio la elegancia, y facilidad que muestran sus escritos, sacando luz lengua tan excelente, y que parecía imposible poderle reducir a escritura.” (Montoya 1639. 2011)

De los cuatro libros se hicieron dos mil cuatrocientos ejemplares; la mitad se envió a América por vía de Lisboa, pero se perdió en el levantamiento de 1640, y la otra llegó a las reducciones para que los jesuitas venidos de Europa aprendieran la lengua del guaraní.

Con el pasaje de la lengua hablada a la escrita el guaraní, que antes solo se escuchaba, ahora pudo ver su palabra, identificarse con ella. Surgió una lengua guaraní cristiana con la cual se escribirán los textos en las reducciones, donde la lengua guaraní fue de uso cotidiano.

Montoya también publicó en Madrid, 1639, la Conquista espiritual, donde expone la fundación y desarrollo de cada uno de los pueblos fundados en  la primera etapa reduccional de la cual fue protagonista.

Cumplida su misión en Madrid, y con éxito, retornó Montoya a su Lima natal donde continuó realizando gestiones en defensa de los guaraníes y trató, por medio del retiro, encontrarse con Dios. Para su compañero Francisco del Castillo, escribió un tratado de mística: Sílex del divino amor y rapto activo de el ánima en la memoria, entendimiento y voluntad…”., obra fechada en 1648, pero publicada en 1991.

La última obra escrita por Montoya fue Apología en defensa de la doctrina cristiana en lengua guaraní, fechada en 1651, que vio la luz en 1996. Es una obra apologética a favor del Catecismo del franciscano Luis de Bolaños. (Montoya 1651. 1996). Para Melià, “es uno de los mejores tratados de etnolingüística del siglo XVII… Ahí se encuentra la intrépida frase de que los guaraníes “en cierta manera fueron ateístas”, significando con ello que no eran idólatras y que su religión se basaba en la palabra inspirada por “Los de Arriba”, como sabemos hoy”. (Melià 2017).

Son tres los libros que se conservan en Posadas y que se vinculan con las misiones o con la imprenta que en ellas funcionó. Ellos son: un Tesoro del padre Montoya, de 1639, y dos ejemplares de Explicación de El Catechismo del cacique Nicolás Yapuguay, de 1724. El Tesoro y un Catecismo son resguardados en el Instituto Superior “Antonio Ruiz de Montoya”.

En Lima nació Montoya, y en Lima murió, el 11 de abril de 1652.

 

Lic. Liliana Mirta Rojas

I.S.A.R.M.

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