31 de Julio del 2018 | Investigación

El cuidado de la vida desde la perspectiva de la Bioética

El debate actual acerca del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) ha generado en la sociedad posturas diversas y antagónicas; por un lado quienes se posicionan a favor, esgrimiendo la primacía del derecho de la mujer gestante sobre su cuerpo y por otro, quienes se manifiestan en contra, bajo diversos argumentos basados en aspectos científicos, antropológicos, jurídicos y religiosos, a partir de los cuales defienden las dos vidas humanas.

En esta discusión no solo estamos frente al dilema de si se legaliza o despenaliza la práctica del aborto; sino que se pone en juego el valor de la vida de un ser humano que se está gestando, la vida de una persona, que como tal, debe ser siempre defendida, bajo cualquier circunstancia y en cualquier momento de su desarrollo.

Quienes defendemos las dos vidas, comprendemos el valor inviolable de la vida humana como derecho fundamental. Los fundamentos de tal postura, no se reducen a explicaciones meramente subjetivas o fruto de creencias religiosas, sino más bien a principios antropológicos, éticos y científicos a partir de los cuales, se sostienen que desde el momento de la concepción hay una vida humana, y por ende una persona singular y única.

Surgen entonces variados interrogantes en torno al aparente derecho de la mujer sobre “su cuerpo”: ¿Alguien puede atribuirse la decisión de cuándo un embrión puede eliminarse del seno materno? ¿Con qué argumentos sólidos se puede sostener la mera voluntad de querer interrumpir el embarazo? ¿La falta de deseo y de aceptación de una mujer de ser madre justifica la eliminación de un ser humano? ¿La libertad y el bienestar de la mujer puede ser un valor superior al derecho a vivir de otro ser humano?

El aborto desde la Bioética

Se discute recurrentemente sobre la conveniencia o no de legalizar la práctica del aborto, apelando a diversos argumentos. Se mezclan intereses políticos, económicos, sociales, culturales; y en medio de tanta discusión es conveniente abordar la problemática desde el enfoque de la Bioética, a fin de comprender los fundamentos referidos al valor de la persona humana y a la licitud de ciertas prácticas sobre la vida humana.

Para Sgreccia E. (2014) la Bioética es considerada como “una ética, que a partir de la descripción del dato científico, biológico y médico, analiza racionalmente la licitud de la intervención humana sobre el hombre”.

A la luz de esta disciplina, se trata de examinar si el embrión humano es vida humana desde el momento de la fecundación o no, y si existen circunstancias en las que es lícita y éticamente aceptable la interrupción voluntaria del embarazo.

En el campo de la Bioética, existen dos líneas principales de pensamiento, respecto del significado que reviste la vida humana. La adopción de una u otra corriente de pensamiento, conlleva importantes consecuencias respecto de la consideración y accionar del hombre sobre el hombre.

Por un lado, encontramos el modelo subjetivista o relativista (principialismo), desde el cual se considera que los principios éticos no son absolutos, verdaderos o falsos, sino simplemente el resultado del acuerdo o de la elección de una comunidad determinada. En dicho modelo no hay una jerarquía de valores que ordene el accionar del ser humano, carece de una fundamentación ontológica y antropológica, de criterios morales específicos para la toma de decisiones. La vida no tiene un valor intrínseco, sino que valdría en función de las circunstancias, de los bienes que podría alcanzar o de la felicidad que se pueda experimentar, reflejando así una visión utilitarista, relativista acerca de la persona. De acuerdo a esta perspectiva, podrían existir circunstancias, como en el caso del aborto voluntario, que es lícito eliminar una vida en vías de respetar la autonomíade la madre; en este caso el derecho de la madre es superior al derecho del embrión.

Por otra parte, encontramos el modelo objetivista o personalista. Sgreccia propone una Bioética personalista ontológicamente fundada, que sitúa a la persona humana como centro de su interés; la persona según Sgreccia es “un cuerpo espiritualizado, un espíritu encarnado, que vale por lo que es y no solo por las acciones que lleva a cabo”. La visión integral de la persona humana es el punto de referencia más importante para esta corriente personalista.

La Bioética personalista ontológicamente fundada parte del hecho biomédico, de aspectos antropológicos y éticos, en íntima interrelación y diálogo.

El avance de los descubrimientos científicos y tecnológicos ofrece inmensas posibilidades de estudio y progreso de la biomedicina.  Es por esto que cualquier intervención del hombre que comprometa el accionar sobre la vida de la persona humana, requiere a priori, un posicionamiento antropofilosófico y ético de referencia, que tenga en cuenta a la persona humana en su totalidad, que favorezca el análisis de los valores que están en juego en relación con la vida, con la integridad y la dignidad de la persona humana, que permita discriminar entre lo que es técnica y científicamente posible, y lo que es lícito éticamente.

La obligación de respetar la vida, está implícita en la Ley moral natural que impulsa a toda conciencia a hacer el bien y evitar el mal, respetando a la persona en su totalidad, en su esencia y dignidad ontológica.

El estatuto ontológico del embrión humano: ¿Qué o quién es el embrión o feto? ¿Cuándo comienza la vida humana?

Lo expuesto nos conduce a afirmar, tal como ha reconocido la Pontificia Academia para la vida, que el momento en que comienza la existencia del ser humano, como ser individual y personal, es a partir de la fecundación. Las Ciencias Biológicas señalan con claridad que desde el momento que el espermatozoide penetra el óvulo, se forma un nuevo organismo, el cigoto, que se irá desarrollando de manera coordinada, continua y gradual.

En la Instrucción Dignitas Personae, sobre algunas cuestiones de Bioética (2008) de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se sostiene que a cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural, se le debe reconocer la dignidad de persona.

¿Qué respeto se debe al embrión humano en virtud de su naturaleza e identidad?

Al respecto, la Instrucción Donum Vitae, sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación (1987) de la Congregación para la Doctrina de la Fe, señala que el ser humano ha de ser respetado y tratado como persona desde el primer instante de su existencia, y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano a la vida.

El valor de la vida humana no depende del momento de su desarrollo, no depende de la forma en que haya sido engendrado; la vida que crece en el seno de la madre es tan valiosa como la vida de un adulto, aunque no esté totalmente desarrollada, aunque las circunstancias alrededor de su gestación sean adversas y muy dolorosas para la madre, nada puede quitarle la dignidad de ser persona, nadie puede decidir cuándo detener la vida de otro ser humano.

Por esa razón la supuesta autonomía de la mujer para decidir la interrupción del embarazo tiene un límite: el derecho a la vida de un ser humano indefenso e inocente, siendo este último superior a la libertad de la mujer para matar a su hijo. La libertad y la autonomía no implican realizar siempre lo que uno desea, lo que a uno le gusta o lo que le conviene, pues éstas siempre encuentran su sentido último en la dignidad del ser humano. La autonomía por lo tanto, no es ilimitada, es parte de la libertad responsable del ser humano, que sabe, debe actuar respetando la libertad de los demás.

El aborto es la mayor violación del derecho fundamental a la vida, es una discriminación arbitraria de derechos, una lucha de los poderosos contra los débiles, una lucha de los nacidos contra los no nacidos, una lucha donde tal vez muchos ganen bajo diversos intereses ideológicos, políticos y económicos, una lucha donde una sociedad perderá a miles y miles de personas que no podrán concretar su proyecto de vida porque se los han truncado bajo la falacia de creer que se trata de políticas públicas que mejorarán la vida de las mujeres.

 

Lic. Ángela Gabriela Benítez

  • Docente del ISARM
  • Referente especialista de Educación Sexual Integral del Centro de Teología y Filosofía del ISARM
  • Secretaria Académica de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de las Misiones

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